El ínclito alcalde de Madrid, en vista de su incapacidad para ejercer un debido control de las actividades de sus concejalías, ha tenido la genial ocurrencia de privatizar la concesión de licencias. Al momento la Cámara de Comercio se ha ofrecido para llevar el asunto.
Tan extravagante idea sólo tiene el valor del tácito reconocimiento de su incapacidad, no sólo política sino intelectual (1). La idea de tan absurda me provoca tanto indignación como perplejidad. Analicemos la cuestión con algo de método.
Descartemos lo accesorio. Por supuesto sería aberrante que la Cámara de Comercio tuviera participación en el pastel. La Camara de Comercio de Madrid tiene un claro sesgo. En ese caso, si alguna vez hubiera un ayuntamiento de izquierdas en este municipio ¿tendría que tragar con que la Cámara concediera o no licencias con criterios de derechas? Habría una continua sospecha pendiente sobre la Cámara y sobre los invitados que asisten a los banquetes que dan los candidatos a presidirla.
Por otro lado la colisión de intereses políticos en IFEMA deja claramente al descubierto la clara militancia de los "empresarios" madrileños. En fin que mejor le den la gestión a Cajamadrid donde por lo menos algunos militantes de CCOO podrían sacar provecho (la pluralidad en la corrupción debería ser un derecho).
Es difícil transitar por esos caminos. No creo que se deba profundizar demasiado en esta idea absurda. En cualquier caso vayamos al fondo. Es obvio que las licencias deberían ser informadas por funcionarios y firmadas por los concejales. Sólo se privatiza la tramitación, que la haría personal privado. Una vez terminados estos trámites sería un funcionario el que lo revisaría y los pasaría a la firma.
La cuestión es que haciéndolo así se disminuyen las garantías de los ciudadanos. Por poner un ejemplo: siempre será a priori mejor para un ciudadano que su protección la lleve un funcionario policia municipal que un guardia de seguridad con contrato temporal.
Quizás ese principio no se pueda aplicar a todas las profesiones pero si el criterio subyacente de no disminuir las garantías ciudadanas. ¿Se imaginan ustedes haciendo una oposición gestionada y tramitada por, digamos, El Corte Inglés? ¿O que sus multas de tráfico las dirimiera Cajamadrid?
Absurdo. No es porque esas empresas no tengan empleados cualificados. No es por los empleados, es por los dueños.
(1)Hay antecedentes: Gallardón en el debate electoral con su rival Sebastián fue incapaz de articular una respuesta minimamente decorosa a la cuestión de su relación con Montserrat Corulla. No porque no la hubiera (por ejemplo:hay que recibir a todo el mundo, no es nada personal, etc) si no por su incapacidad, su falta de reflejos. En fin no vale para lo que se necesita. No es que Rajoy sea mucho mejor en estas lides (lo del primo,los hilillos de plastilina, sólo hablo de futuro) pero es que , como en el boxeo, el candidato debe superar al campeón.
17.11.07
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